26 diciembre, 2009

So long, lonesome.

Buenas noches a las 8.10AM

Sí, ahora llego a casa... Me ha gustado como alguien subía la intensidad de las luces esta mañana, de modo que era niebla lo único que había hasta donde me alcanzaba la vista. Parecía que alguien estuviera quemando mi ciudad, pero hacía frío y la humedad del suelo recién llovido llegaba a mis huesos. En realidad no es algo que me moleste, creo que uno de los "atractivos" del frío es que hace que recuerdes las partes del cuerpo que te quedan. Justo antes de comenzar a temblar y frotarme con mis propias manos podría detener el tiempo en esa sensación y contar cada músculo en tensión, cada hueso alguna vez fracturado, cada golpe en mi carne... después de todo, sangre. La única parte de mí que no he sido capaz de ubicar ha sido la cabeza, pero de eso es culpable el vino y no el frío. Menudo ritmo el de estos días.

Cuando he entrado en casa he necesitado, incluso antes de ir al baño -Y creedme, tenía ganas-, contemplar un pedazo de mi barrio, toda la ciudad que se puede ver desde el ventanal del salón. Cómo el cielo, de derecha a izquierda, cambiaba el azul oscuro por el claro con un antojo anaranjado. Cómo la niebla baja separaba las calles y edificios. Cómo, más abajo, al fondo, me devolvía la mirada el Campanar del casco antiguo que reconstruyeron después de que durante la guerra fuera bombardeado. ¿Sabéis que con las piedras que restaron construyeron la piscina municipal? Siempre me pregunto cuál de ellas llegó manchada de sangre. Me suele gustar mi ciudad, la gente cada vez menos, pero el sitio está bien.

La canción me ha venido a la cabeza durante el momento de contemplación de la mañana. Podría haber pensado en algo más oscuro o triste y el resultado habría sido igual, pero... ¿más oscuro o triste? No sé, no me apetece bajar mis ánimos antes de dormir como quien se baja un pantalón. Joder, he encontrado autoestima en el fondo de una copa... como diría mi padre:

Llena mi copa, mujer, que no hay pena más grande que no estar ciego en esta casa

Es un tío divertido cuando quiere, esa frase es una coña de otra que hay inscrita en cierto lugar de Granada, donde dice:

No hay pena más grande que ser ciego en Granada

Qué grande. Me gustaría volver a Córdoba, ahora que pienso. Esta vez solo. No sé, me apetece estar solo, me apetece valerme un poco por mí mismo. Igual estoy haciendo caso de un consejo que dije que no tendría en cuenta.

Cuánto tiempo, soledad.

Ricky

2 Comments:

Blogger Unknown said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

1/07/2010 2:58 p. m.  
Blogger Unknown said...

He encontrado autoestima en el fondo de una copa... I really like it :D

1/07/2010 2:58 p. m.  

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