Nieve y no agua.

Sé qué sucede, pero quiero pensar que alguien debe estar picando hielo ahí arriba. Los días de nieve pueden llegar a transmitir muchas cosas, a mí me recuerdan a la tarde del 29 de febrero de 2006, la última foto que tengo de la ahora inexistente plaza que había frente a mi casa y donde ahora se yergue una abominable rotonda para que ciertos descerebrados se dediquen a pasar a todo trapo y derrapar con el coche las madrugadas del viernes al domingo...

Vale, soy un hipócrita indignándome con esto cuando soy el primero que sufre delirios de temeridad cuando me subo en la moto, pero yo no pretendo aparentar nada ni mucho menos... sólo divertirme.

El viento en la cara es una buena alternativa a casi todas las cosas.

Incluso nevando, me llevaría la moto a dar un paseo, subiría al Xorro del Salt, una red de cuevas naturales que creadas por la erosión de las aguas subterráneas y de donde sale una cantidad ingente de agua cuando tras los sedimentos se filtra el agua de lluvia... es precioso, como un grifo abierto natural, pero del tamaño de... algo muy grande. Ayer había tanta niebla cuando quise ir que no se veía nada. Pero la niebla también es bonita.

Imaginadlo completamente nevado.

Me sentaría en una gran piedra que hay desplazada de la montaña unos metros, a la que hay que acceder dando un salto, no muy importante, pero mal ejecutado podría ser... ¿Mortal? No sé, nunca me he caido por un precipicio. Ahora mismo me desnudaría y me sentaría dejándome sepultar por la nieve, como mínimo hasta que el Salt escupiera nieve y no agua.

Nieve y no agua... Cuánta diferencia si las dos cosas son lo mismo.

Ricky