Abriendo la puerta de la nostalg... imaginación

Éste es una especie de relato que hace ya un año que escribí un día que llovía y yo escuchaba Immortality de Pearl Jam (Ponedla mientras leéis). Todo lo que leáis a partir de ahora fue lo que aquel 26 de septiembre escribí...

Es tarde ya, y lleva medio día lloviendo de manera generosa. Yo, frente al ordenador tecleando y escuchando como única canción el sonido de la tormenta que sobre mí, que precipita sobre la repisa y se deja escuchar a lo lejos. Algo me viene a la cabeza en uno de mis delirios, un deseo, un fruto de mi imaginación...

Puedo ver una habitación como vista desde arriba, un oscuro habitáculo de ligera decoración, con paredes azules y suelo de parqué liso. En la habitación nada resalta, excepto un lecho de matrimonio, con las sábanas arrugadas desde dentro, pues hay alguien dentro, que no está dormido. La penumbra se quiebra con el resplandor de cada rayo que se sigue de un estruendo muy lejano, bastante diferido. Una gran ventana al lateral de la cama que se encuentra en el mismo centro de la habitación, pegada a la pared. A través de ella se ve caer la lluvia torrencialmente, de manera que el sonido que hace al caer al suelo casi produce una música tenebrista. No hay árboles ni tampoco edificios, sólamente nubes, rayos, truenos y un haz de luz inconcreto que simboliza la luna llena. A pesar de la situación, el ambiente que se respira invita a permanecer inmóvil para permitir el deleite de los sentidos con el sonido de la lluvia y en mí crece la necesidad de poder compartir este preciso momento con la persona que, sí, está metida en la cama conmigo.

Desde mi almohada puedo notar la ligereza de una sola sábana blanca sobre mi cuerpo casi desnudo, y el calor de otro cuerpo acompañándolo. Ella está de espaldas a la ventana, mirándome fíjamente a los ojos con tierna expresión mientras mi mano derecha es la que interviene entre su linda tez y la almohada, en calidad de caricia casi involuntaria. Las sábanas que me cubrían hasta el pecho se vuelven a agitar cuando la cercanía de esos dos cuerpos se hace más notable, y yo me siento solo ante el implacable poder de la naturaleza, pero cobijado entre sus brazos. Es un buen momento en una época no demasiado buena, lo cual no impide que quiera parar el tiempo y vivir ese instante para el resto de mi vida: ojalá pudiera hacer un fuerte nudo con mis brazos para no dejar escapar la única estrella que puedo ver brillar en esta noche. Otro rayo. Su rostro se ilumina y sus ojos aún clavados frente a los míos parecen intentar decir algo que nunca se ha podido decir con palabras. En este momento todas las dudas y todos los tormentos han desaparecido, sólo me queda la vana pero nunca más cierta sensación de que me ama tanto como yo a ella. Entonces la beso y recuerdo mi firme compromiso de nunca separarme de ella...

Aún puedo cerrar los ojos y pensar en ese momento. Todo lo que he escrito corresponde a los tres segundos más emotivos que en mi cabeza han tenido lugar en todo el triste y lluvioso domingo. ¿Cuándo podrá ser eso realidad? Parece imaginado pero no quiero admitir que un día no pueda llegar a ser así, pero no sólo por una noche, sino por el resto de mis días. Sé al leerlo que lo que he escrito no puede significar ni una mínima parte de lo que he visto, pues sólo yo con la claridad de mis sentimientos puedo volver a ese apartado rincón de mi mente y verlo una y otra vez. Tengo ganas de llorar y no sé por qué. Sólo puedo intentar recordar el tacto de los cabellos entre mis dedos y la suavidad de su cuerpo. Es irónico tal vez, pues añoro algo que jamás ha sucedido y no puedo esperar para volver a repetir...

Ricky

PD: Perdón de nuevo por no saber expresar con palabras lo que siento... También siento todo el daño que a mis seres más queridos pueda hacer, lo siento tanto que... no se... sólo quiero que lo que he visto se haga realidad y que necesito un mundo mejor...