13 junio, 2006

Self-Stabbing

Creo que no hay muchas cosas que duelan tanto como mentirse a uno mismo, romper tus propias palabras y más aún si están juradas sobre cosas más importantes, como la tumba de un abuelo. Hace 10 meses falleció el padre de mi padre, mi abuelo Antonio. Yo lo recuerdo ahora como siempre lo ví, por afeitar, con su peculiar manera de aguantar su peso sobre la mesa del comedor sin necesidad de usar silla, siempre al lado de su brik de vino Don Simón por mucho que el médico se quejara. Las últimas veces que lo vi habia estado en peores condiciones por causa del tabaco y de su salud, superó cáncer sin problema alguno, le tuvieron que recortar unos metros de intestino, apenas podía comer, la bombona de oxígeno; fumando a escondidas en la ventana de su dormitorio y luego discutiendo con mi abuela por ello, ella le quería mucho y él era muy tozudo, típico de un andaluz de pura cepa que ha pasado media vida en Montilla, tierra de vinos andaluces, y otra media en Alcoy a base de nostalgia por los viejos recuerdos, viviendo en su casita de campo o en su domicilio a media hora de mi casa que tan poco visitábamos. Recuerdo que una de las últimas veces que fuí a la casita a verle parecía estar mucho mejor, fue la primera vez que intenté afrontar mi miedo a los gatos (soy alérgico a ellos, pero esa gata era tan cariñosa si tenía comida en mi mano que tuve que acercarme); a él le encantaba estar en el campo y cuidando sus cultivos, siempre volvíamos a casa con muchos kilos de tomates y patatas, con cerezas, ciruelas, sandias... y yo particularmente con heridas en las manos de coger sus "armas de campo" y empezar a cortar entre las cientos de cañas que tenía tras la vivienda...

El día 8 de agosto de 2005 yo estaba durmiendo (como era normal a esas horas) en una de las literas en la habitación contigua a la de Arantxa en el apartamento de la playa, estaba pasando la primera quincena con sus padres luchando contra mi vergüenza e intentando conocerlos a la vez que yo los dejaba conocerme. Alrededor de las 8 y media de la mañana mi teléfono sonaba, pero recuerdo que no llegué a tiempo, o que uno de los últimos tonos fue el que me despertó. Habían 4 o 5 llamadas perdidas entre mi casa, mi padre y la más temprana... ¿El móvil de mi abuela? Supuse que sería un error, que querría llamar a mi tío o mi padre, pero al querer continuar de nuevo con mi letargo volvió a sonar el teléfono. Era mi padre. Cuando descolgué sólo dijo "Ricardo" con una voz realmente extraña, como si estuviera en una crisis nerviosa después de haber asesinado a mi madre: Siempre ha sido una persona bastante violenta, así que esa fue mi asociación, pero no creí que fuera a hablarme algo así, pensé que habría hecho algún tipo de esfuerzo como llegar a nuestro sexto piso por las escleras. Yo le contesté en un tono bastante coñero, estaba alegre "¿Qué pasa? Me has despertado, mal padre", esperaba que me preguntara qué tal o algo así, o que me dijera que iban a venir a Denia a tomarse algo esa tarde. "Ricardo, (repitió) que tu abuelo ha muerto" (Mi primer pensamiento fue mi abuelo materno, por la expresión que denotaba un aire ajeno a "mi abuelo"). Yo, por mi parte, no sentí ningún tipo de susto, notaba incluso, un tono gracioso en su voz, de modo que le conteste "¡Sí claro! Estás de coña, ¿Qué querías?". Después mi padre, en su tono más serio y supongo que ofendido me dijo "No, es verdad, tu abuelo ha muerto esta mañana". Se me paró el corazón: Noté cómo toda la frialdad con que contesté se iba a mi corazón, y de ahí a los pulmones donde empecé a notar una fuerte presión; y ante toda mi ignorancia y susto, sólamente fuí capaz de articular unas palabras "¿El abuelo Ricardo?". "No, mi padre, Antonio"...

*Tierra trágame*

No puedo imaginar qué se siente cuando pierdes a un padre, por muchos años que haya estado peleado con él, estoy seguro de que mi padre le quería, y que utilizaba todo ese odio que tenía hacia las cosas que le habían molestado de su padre (no hacia su padre) para sacar fuerzas, y convertirse en lo que ahora era... Sentí un enorme respeto por la situación, por haberme reído de mi padre y por no ser capaz de creerlo del todo. Mi padre nunca llora, sólo le he visto dos veces en su vida: Cuando murió su abuela en 1992 y la segunda... por mi culpa, pero no tenía voz de estar llorando, sino de haberlo hecho o de querer y no permitírselo. Me contó que esa mañana estaban en la casita, pero iban a volverse a casa el lunes porque mi abuelo no se había sentido muy bien, y que alrededor de las 7 de la mañana mi abuelo se encontró mal y que cuando mi abuela y su hermano lo ayudaban a bajar por la escalera expiró. Entonces me vino a la cabeza mi llamada perdida a las 7 de la mañana, yo habría sido el primero en enterarme por parte de mi abuela. Lo acostaron en el sofá y lo taparon con una manta que había por allí mientras venía la ambulancia, pero al parecer fue un paro cardíaco y murió como si de una cabezada se tratase. Cerró los ojos, bajó la cabeza, y no los volvió a abrir.

Seguí hablando por teléfono, mi padre me propuso el ir a recogerme, pero le dije que esperara, que alomejor subiría al día siguiente muy temprano con el padre de Arantxa, que debía ir a la fábrica a revisarlo todo. Al parecer le sentó mal que prefiriera estar allí unas horas más para ahorrarle un viaje en coche, pero no me arrepiento, pensé que no se puede conducir pensando que tu padre ha muerto, aunque más tarde mi madre me dijo que mi padre necesitaba aire y despejarse, y que al parecer me echaba en falta, quería que estuviéramos todos. Seguramente, como siempre, lo hice mal. Al día siguiente a las 7 de la mañana aparecí por casa, a una hora que supuestamente todos deberían estar dormidos, pero cuando entré mis padres estaban de un lado para otro. Los abracé y pregunté furtivamente cómo estaba mi padre, pero la respuesta ya era obvia. Me duché y mi padre y yo fuimos juntos al centro, donde empezaron a llegar coches directos desde Montilla y Córdoba. Lo odié, yo siempre quise conocer mis raíces y parte de mi familia de Montilla, pero siempre he pensado que hipócritamente la familia sólamente se junta en estas ocasiones. Unos no reconocían a mi padre, pero todos lo miraban orgullosos de que fuera un hombre de imagen tan segura y tan ejemplar, mirada que, me dolió pensar yo nunca recibiría de mis allegados porque mi padre siempre ha sido una persona admirable, un hombre con un buen par como se suele decir, un verdadero pilar de la familia.

Tras una lluvia de abrazos y besos entre familiares que intentaban guardarme algo de afecto a pesar de nunca haber sabido de mí, nos dirigimos hacia el tanatorio, donde yo sabía qué era lo que iba a tener que ver. Al llegar encontré a mis tíos, y a mi abuela, que casi un año después sigue guardando luto: Ella le quería mucho, pero siempre discutían por tonterías, lo cual siempre me pareció tremendamente triste. Mi abuela rompió a llorar en mis brazos, y yo me sentí un poco odiado por mi familia, pensarían que yo era el típico "nietecito de sus ojos" o el típico niño pelota para que le den dinero, pero la realidad es contraria, soy un nieto que suele visitar más bien poco a esa parte de la familia por culpa de los problemas que manchan el antaño de la relación de mis padres. Miré a mi derecha y lo vi, tras el cristal, dentro de una caja de madera, a mi abuelo, afeitado y trajeado, con un buen aspecto pero una expresión rígida que no me recordaba casi nada a su expresión de rostro blando. Realmente me era inesperado sentirme tan triste, él estaba dormido para siempre, pero desde Denia me daba la impresión de que era un dolor tan lejano que podía permitirme el sonreír para alejar los intentos de consuelo por parte de Arantxa o sus padres. Mi padre fue a mi casa a por mi hermana y madre, y cuando volvieron el mismo espectáculo: Mi abuela llorando, mi familia lejana saludando por primera vez a los allí presentes, yo mirando tras el cristal y empujando con fuerza las lágrimas hacia dentro: No quería llorar. Cogí una esquela con su foto y su fecha de entierro. No había asistido a ninguno en mi vida salvo el día que murió de cáncer la monja de mi colegio que más quise, Sor Mariángeles, que me tiraba de las orejas y decía a mis padres que yo tenía una gran mente pero era muy vago. Al lado del montón de esquelas estaba el libro de firmas, con algunas firmas en las dos primeras páginas. Esperé a que fuera inmediatamente antes de la misa para firmar tras las personas que podrían reconocer mi letra.

"Aunque nunca has sabido leer, sé que lo que aquí escriba de algún modo te llegará, yo te lo envío. Te prometo que aquéllo que quisiste ver, al primer universitario de la familia, lo verás, y además podré con todo ello para cumplir con tu deseo. Tu nieto... Ricardo"

Mi abuelo era analfabeto, una prueba del caciquismo, de la incultura general española, pero había estado intentando aprender, incluso practicaba su firma para los documentos legales y las postales de navidad. Él siempre me decía "Ven aquí, padre. ¿Cómo van los estudios?" "Te prometo que si un día me toca la lotería gastaré mi dinero en tus estudios, para que de mayor seas un hombre de provecho porque, padre, tú vales" "Te compraré una casa y un coche, y vivirás con una novia muy guapa y os casaréis: Todo lo que yo tengo será para vosotros". Sólo el hecho de recordar esas frases me hace cada vez romper a llorar. Ese verano estaba estudiando para recuperar en septiembre las dos asignaturas que no aprobé de Bachiller, así que selectivo lo haría en septiembre. Mi madre me lo recordó de la más cruel de las formas, me llegó a insinuar que la muerte era parte del disgusto que les había dado por suspender, y que como no aprobé todo en junio mi abuelo nunca iba a saber si yo sería capaz de llegar a la universidad o no... creo que ese comentario tardaré mucho en perdonárselo, aunque a una madre que lo da todo por mí no debería hacerle eso, me dolió de verdad. Es por eso que me dijo y por la despedida que escribí en el libro de firmas que me siento tan mal.

Que quede aquí expuesto. Estoy rompiendo una promesa que le hice a mi abuelo, un juramento sobre su tumba y estoy tirando mi vida por el retrete, lo escribo entre lágrimas. ¿Cómo puedo permitirme vivir y ser así de embustero? Yo quiero ser algo, pero se me antoja tan difícil... siempre me han dicho que soy inteligente, pero lo que no soy es listo, siempre me complico la vida y nunca cumplo mis espectativas. Me ponen el listón alto, pero no puedo creer que no sea capaz de hacer lo que han hecho muchos... ¿Quién quiere casi 140 de coeficiente si tiene un 0 en voluntad propia, en constancia o en coherencia con sus promesas? Yo no quiero ser viejo, no quiero morir, no quiero perder lo que voy a tardar una vida en conseguir... quiero que todo permanezca estático, quiero parar el tiempo en el momento que esté entre los brazos de la única persona que de verdad se sacrificaría por mí, la persona que mas daño y más bien me hace, al igual que más daño recibe por mi parte. Quiero que toda la fuerza del amor que siento por esta vida y por los que llenan mi vida se convierta en el poder de hacerlos a todos felices, pero no soy capaz de tal cosa... Ojalá entendieran ellos que para mí ser feliz es que ellos lo sean, ojalá todos supieran lo que siento, ojalá fuera todo como en mi cabeza, ojala...

Dios (si existiera) no tendría suficiente poder como para hacer el mundo lo justo que necesito que sea. Eliminaría las enfermedades y los pesares de la humanidad, lo que nos acorta la vida que nos dan nuestros padres y a la que dedican toda su fuerza para que seamos, al menos, mejor de lo que ellos fueron.

Saludos
Ricky

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5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola ricky.
Primero quiero felicitarte por tu blooger, y decirte que nunca había visto tanta sinceridad en un escrito, creo que eres un niño maravilloso aunque quizás no te guste que te lo digan.
Las personas que son capaces de reconocer sus errores, valen el doble que los que creen que son perfectos, yo creo que tú vales el doble, que todos esos personajes a los que te has referido en tu bloog.
Porque que tu capacidad de amar a los demás, están grande, que me ha emocionado, las personas como tu siempre sufren porque nadie puede ver lo que tu ves y pensar como tu lo haces.
Puedo decir también que Dios existe y que te ama y tu eres una de las personas mas lindas que el tiene en esta tierra, y tú con tan solo existir estas ayudando a que el mundo sea como tu quieres.
Que Dios te bendiga.

6/20/2006 9:07 p. m.  
Blogger Ricky said...

Gracias por comentar, y por decir que te ha emocionado. Yo pienso que tú también me entiendes por la descripción que has hecho de mi ser sin conocerme, tan solo a través de mis palabras. Y perdona si no creo en Dios, espero que eso no suponga una barrera que yo no quiero que exista...

6/21/2006 2:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

hola Riky.
Disculpa pero hacia algunos dias que no habia entrado a leer tu blog. Sigo pensando que eres encantador. las personas como tu no necesitan barreras porque el amor a lo humano las traspasa todas
yo creo en Dios a medida como yo lo entiendo. Pero tampoco me gusta que me digan como.
gracias de nuevo.

7/07/2006 9:14 p. m.  
Blogger Ricky said...

Que lo que cada uno entienda como Dios me lea y nos ayude pues.

:)

7/10/2006 3:20 a. m.  
Blogger Ricky said...

No sabes cuánto me alegro de oír (leer) eso de tí. Gracias, mil gracias a tí y todos los que me alegran cuando me confiesan que sienten que les he ayudado.

Respecto a lo de ser débil por intentar ayudar a los demás o por llevar un buen estandarte al frente (buenas intenciones siempre por delante) no puedo estar más en desacuerdo contigo. Recibir un palo y volver a levantarse para recibir otro con el fin de ayudar a los demás o de hacer algo que crees que está bien es demostrar una fortaleza fuera de lo común o fuera de la estadística. Aún así yo personalmente pienso que me dan un palo y me cuesta muchísimo levantarme, necesito a mi gente y ellos no saben cuando he caído, de modo que yo siempre estoy esperando a que me levanten sin más... yo sí soy débil. Pero intentaré cambiarlo.

Ahora que he vuelto de Montilla volveré a escribir; hasta otra.

Ricky

7/15/2006 10:25 p. m.  

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