27 marzo, 2008

1 año 2 meses y 10 días.

Es el tiempo exacto que llevo sin actualizar. Y parece que fue ayer, y es más, aún no puedo leer aquél texto sin romper a llorar o retener las lágrimas al borde de un precipicio.

La verdad, yo pensaba que actualizaría semanas más tarde contando el súper culebrón en el que me vi involucrado, pues de eso se trataba, de un blog sincero que enseñaría a la gente que lo mereciese.

Pero me duele admitir que no ha sido "tan" así. Que después de un período de tiempo indeterminado vuelves a ese inmenso bucle que te arrastra a cansarte hasta de ti mismo, como estando envuelto en el ojo de un jodido huracán más grande que la vida misma, que te remueve y te mezcla con tus sentimientos, que te lanza contra las paredes y te vuelve a recoger apenas has caido.

La diferencia entre ahora y hace 1 año 2 meses y 10 días es que ahora no alcanzo a entender por qué. Ni por qué llevo unos días que siento algo dentro de mi estómago. Ni por qué tengo los mismos absurdos pensamietos todo el rato. Ni por qué he sentido la necesidad de escribir aquí. Ni por qué voy a dejar que lo leas tú. Es algo que me desconcierta.

Tenía pensado escribir un gran texto, contando muchas cosas y tal. Pero se me acaban de ir las ganas pensando en eso que llevo un tiempo pensando.

Que os follen. A algunos.

A otros os daría un abrazo si en lugar de leer esto os lo dijera a al cara.

Hasta luego. Lo siento por todo y espero ser más optimista y que este blog no pase a ser mi libro negro, ni nada parecido. Tengo ganas de escribir algo alegre o motivador. Pero habrá que esperar.