17 enero, 2007

Cuando todo era tan mágico (Años... pasan...)

Cuando todo era tan mágico, cuando sólamente éramos como dos estrellas gemelas reflejadas sobre un triste firmamento poblado de oscuridad, éramos dos y uno, uno y bastaba. Agarrábamos nuestras manos como si al soltarnos uno de nosotros fuera a perder su vida, nuestras almas se entrelazaban como polvo lunar que asciende en la atmósfera y nos perdíamos sin separarnos, volando juntos... mirando el mundo girar desde nuestra pequeña burbuja, el hogar de nuestros corazones.

Para soñar no hacía falta cerrar los ojos, sino todo lo contrario. Mirar al frente y encontrar tus ojos cortando mi paso, detenerme y querer dejarme caer sobre un suelo hecho de flores que acunarían mi suave descenso, y tú... a mi lado. Sentir felicidad. No parpadear por miedo a abrir los ojos y no verte ante mí, tan bella como todas las palabras que nunca podré inventar ni cargar con suficiente afecto para que sean dignas de tí. Sentir que ya no soy inferior, sentir que sirvo para algo, que servíamos para algo, gozar... de lo que nunca pensé existió, que demasiado grande es para estar solo en mi cabeza o en mi cuerpo...

Ahora me descompongo a cada segundo que me separa de aquéllo, quiero correr hacia la oscuridad esperando llegar al infierno y traer de vuelta todo lo que noto que me falta. Hay cosas que cuando se van no dejan solo un vacío, sino que consigo se llevan parte de ti... y yo me siento un envase sin alma que decrece y vuelve a posarse sobre la faz de la tierra volviendo por un camino inconfundiblemente más difícil que el ascenso que tuve... cuando fui polvo lunar, cuando fuí una burbuja, cuando fuí un alma entrelazada, cuando donde caían mis lágrimas era solo sobre tu hombro. Todo eso no quedó atrás...

Quzás el tiempo ha dañado tu recuerdo, grietas, quebrando nuestras caras al surcarlas con el tiempo como si de lágrimas se tratase. Grabé tu nombre a fuego y ya no hay marcha atrás. Lo hecho, hecho está, pero nadie me puede impedir que beba de mis errores hasta emborracharme del pasado, hasta llegar a disfrutar incluso los malos momentos que estuve a tu lado... a tu lado. Lo arrastro conmigo para no olvidarlo nunca, aunque, en este exacto momento para volver a vivir un solo segundo del mejor recuerdo que tuve habré de pagar horas de angustia, de querer estar contigo y observar otra vez los pájaros en la distancia...

Si yo hoy sigo llorando es porque todo lo que te quise nunca dejó de ser verdad...

Dedicado a ti, donde y cuando quiera que estés...

Ricky

Etiquetas: